sábado, 17 de marzo de 2018

Entrevista: JAUME PALAU.


Queridos amigos de La Orilla de las Letras,

Volvemos a la carga con una nueva entrevista, esta vez la que nos ha concedido el autor Jaume Palau.
Entre otras muchas cosas en el mundo cultural de su comunidad, Jaume Palau fue cofundador del Col-lectiu Vuitanta, de l´Escorxador (Promotora d´Activitats Lúdiques), del Grup Interferències y de Tau-Galeria d´Art Contemporani.
Autor fundamentalmente de narrativa breve, ha obtenido varios premios y ha participado en diversas antologías. Como autor en solitario ha publicado: Historias en negro (Batleby Editores, 2002); El amor, ángel terrible (Silva Editorial, 2005); Cinco citas (Diputación provincial de Cuenca, 2011); Cuarto menguante (Silva Editorial, 2013) y Pájaros de niebla (Silva Editorial 2017).
Hablamos con Jaume de su último libro de relatos publicado, Pájaros de niebla, y de otros temas relacionados con la literatura. Si quieres saber cuáles, no tienes más que seguir leyendo este artículo:

¿Cuándo comenzaste a escribir?
Creo que uno no elige ser escritor como también creo que un escritor no elige ni los temas sobre los que escribe ni el género en que lo hace: son los temas y el género los que lo eligen a él. Creo que ser escritor no es una elección sino un destino. Creo, también, que en todo escritor, artista, creador, su “yo” es multitud.
¿Cuándo comencé a escribir? Desde que guardo memoria me veo fabulando para mis hermanos, aún antes de aprender a escribir. Es lógico que cuando supe hacerlo intentara dejar constancia por escrito de esas ingenuas historias o ensoñaciones. Desde entonces, con mayor o menor asiduidad, intensidad y fortuna jamás he dejado de hacerlo. Creo que para mí escribir es una forma (otra más) de estar en el mundo.

¿Qué autores o libros crees que te han influenciado en tu carrera como escritor?
La Biblia, libro de libros, que describe lo mejor y lo peor del ser humano, sus contradicciones, su búsqueda de equilibrio y paz, su permanente orfandad, su permanente miedo, su insaciable hambre de absoluto.
La Biblia es una obra desmesurada capaz de una y mil lecturas distintas, de mil y una interpretaciones distintas, una obra, por tanto, inabarcable, inacabable.
Los autores que me han influido son los grandes narradores americanos como Raymond Carver, John Cheever, Richard Ford, Richard Russo, Salinger, Joy Williams, Lucia Berlin, Amy Hampel, Augusto Monterroso, Jorge Luis Borges, Vera Giaconi. Autores europeos: Chejov, Oscar Wilde, Kjell Askilden…

¿Cuál es el último libro que has leído? ¿Nos lo recomendarías?
Mitologías de invierno. El emperador de occidente, de Pierre Michon. Pierre Michon cincela y pule sus relatos como un escultor sus obras, prescindiendo de lo superfluo y dotando a sus textos de una cadencia y un fulgor que está solo al alcance de unos pocos elegidos. En cada una de sus frases palpita su hambre de belleza, de verdad y de sentido. Ciertamente es un libro escrito en estado de gracia.

¿Por qué escribir relato breve y no novela?
Por lo ya dicho anteriormente: ni los temas ni el género son una opción: son ellos los que te eligen a ti.
Augusto Monterroso afirmaba que escribir novelas es una buena preparación para escribir cuentos. Yo, con la urgencia y el descaro propios de la adolescencia, obvié su consejo y comencé a escribir relatos cortos, género en el que reincido.
Por el horror que me provocan tanto los esfuerzos inútiles como los trabajos largamente sostenidos en el tiempo.
Por mi preferencia por los relatos magros, profundos y exquisitos a los simplemente obesos.

¿Qué tiene que tener para ti un buen cuento?
La belleza, la concisión y la exactitud de una fórmula matemática.
La capacidad de transmitir la máxima emoción y significado en la más mínima y lograda expresión.


©Jaume Palau.

Pájaros de niebla es tu quinto libro publicado. ¿Cuánto tiempo has tardado en escribir los relatos de este libro?
Unos tres años, aunque escribiendo, corrigiendo y seleccionando los relatos de forma discontinua. Escribir —todos los que nos dedicamos a esto lo sabemos— es, sobre todo, reescribir y, citando a Borges, la idea del texto definitivo corresponde a la religión o al cansancio.

¿Cuál de los veinte relatos de este libro crees que te ha costado más escribir?
¿La última frontera?

¿Te has basado en algún hecho real a la hora de escribir alguno (o varios) de tus relatos?
¡Por supuesto! Un escritor lo fagocita todo, lo aprovecha todo, lo transforma todo. Falsea y subvierte sus emociones, su cultura, sus lecturas, su memoria e incluso su desmemoria, los retazos de conversaciones oídos por azar, las relaciones con su pareja (¡Qué no, cariño, qué no! ¡Qué el/ la del relato no eres tú! ¿Cómo tengo que decírtelo para que me creas?), el añil intenso de un atardecer. Ya nos advirtió Pessoa que el poeta (el narrador, el artista) es un fingidor. El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente / Que hasta finge que es dolor / El dolor que en verdad siente. De hecho los escritores —los artistas, los creadores— han sido los primeros en reciclar, aún antes de que su práctica fuera una imposición municipal.

Pájaros de niebla, además de darle título al volumen, es el nombre de uno de los relatos del mismo. ¿Por qué elegiste este y no otro para representar todo el libro?
Como dices Pájaros de niebla es el título del libro. Es, también, el título de un relato contenido en el libro. Es, asimismo, una hermosa imagen visual. Pero Pájaros de niebla es, principalmente, una sugestiva metáfora de todos aquellos deseos, esperanzas y sueños que se desvanecen, como pájaros de niebla, cuando ya creíamos haberlos alcanzado. Di a mi libro este título que evidencia la incapacidad del ser humano no ya para retener, sino ni tan siquiera para atrapar, la esquiva felicidad.

Pájaros de niebla es un libro muy variado en cuanto a los temas que has tratado en ellos, personajes, escenarios, etc; aunque en él también podemos encontrar varios elementos en común: la religión, la presencia del mar… ¿Es algo intencionado o surgió con naturalidad?
Surgió espontáneamente. La mayor parte de la gente de mi generación fue escolarizada en colegios religiosos y eso es yerrar el espíritu como un ganadero marca su ganado: te deja una impronta de la que es imposible sustraerte. Esa moral de sumisión y culpa te acompañará ya a lo largo de toda tu vida y tú tan solo puedes asumirla o rebelarte contra ella sabiendo que todas tus decisiones están y estarán —aunque no te des cuenta de ello— influenciadas por ella, por esa moral inoculada cuándo aún te hallabas en las orillas de la vida y no tenías defensas para enfrentarte a ella, para rechazarla.
El mar, la simple visión del mar, ya con el ritmo cadencioso o bronco de sus olas, me relaja. Siento una afiebrada nostalgia del mar, de la mar, cuando llevo unos pocos días sin verlo/a. Ese mar Mediterráneo habitualmente cálido y calmo que ha visto la aurora con dedos de rosa y el ocaso de tantas civilizaciones, transportado telas, gentes y tropas que oraban a los dioses más diversos en las lenguas más distintas, ámbar y mármoles para templos y palacios, atesorado y difundido conocimientos en papiros, pergaminos y libros, en bibliotecas como la de Alejandría, ese mar, esa mar, me hechiza y me posee.
Lamentablemente ese mismo mar que ha servido para unir a gente de una y otra orilla, para expandir el hoy fatigado oro de la democracia, sirve ahora para la exclusión del pobre y del distinto, de aquel que huye por hambruna o violencia extremas de la tierra que lo vio nacer buscando una brizna de esperanza. Cuando no de húmedo sudario.

©Jaume Palau.

El libro comienza con Juventud, un relato alegre y a la vez pesimista. ¿No crees que hubiera sido mejor dejar esta pieza para más adelante en el libro?
Mi intención era que este relato cumpliera una función de pórtico, que pusiera en antecedentes al lector sobre el contenido del libro que no es otro que el de la erosión del tiempo y de la enfermedad, la dificultad de la dicha, la lucha del ser humano por ser artífice de su destino. Pretende ser como la llamada del muecín advirtiéndonos que la vida es breve, que más breve aún la dicha, y que tenemos que saber reconocer y gozar de ese instante de oro que conocemos como felicidad y que los dioses, o el destino, tan cicateros son en concedernos.

Llama la atención, una vez que te adentras en el libro, la aparición de relatos claramente feministas en él, como La Crista de Santiguán o Mi nombre es Yrit. Ambos relatos, además, están relacionados con la religión. ¿Podrías contarnos algo más sobre ellos?
Todo poder aspira a convertirse en un poder absoluto. El poder religioso ni escapa, ni pretende, ser la excepción a esta regla universal. Con el agravante de que es mucho más peligroso pues rentabiliza el malestar existencial de la mujer y del hombre, la falta de respuesta ante los grandes interrogantes, para manipular su voluntad y cercenar cualquier atisbo de rebelión contra la opresión y la injusticia.
El poder religioso logra hacer de sus fieles los defensores más entusiastas, los más celosos guardianes, de una moral y de unos intereses que, no solo les son ajenos sino que, a menudo, les son lesivos.
Por eso las mujeres de las narraciones mencionadas están relacionadas con la religión pues solo desaprendiendo lo aprendido, haciendo el viaje a la semilla y arrancándola, subvirtiendo esa moral de uniformización de conciencias, de sumisión, fatalismo y tristeza, podremos otear un horizonte de libertad que nos pertenece.

¿Qué esperas que encuentren los lectores en Pájaros de niebla?
Soy ambicioso: no me conformo solo con distraer al lector.
El lector encontrara en mi libro ética y estética. Un contenido que trato que lo atraiga y lo mueva a la duda de las certezas acríticamente asumidas y a la reflexión militante, todo ello envuelto en una prosa cuidada, a veces lírica, que se pretende eficaz y salpimentada a ratos con el imprescindible humor.
Por supuesto, tiene que ser el lector quien juzgue las deficiencias y logros de mi obra.

¿Qué nuevos proyectos literarios tienes en marcha?
A finales de año tengo previsto editar una recopilación de aforismos bajo el título de Casa de citas, pues todo libro es la casa en la que el autor a la vez convoca y hospeda, ya sea por unas pocas horas o por unos pocos días, a sus lectores.
El libro también tiene la pretensión de que los aforismos sean citados libremente por los lectores en sus conversaciones y/o escritos pues los buenos aforismos, como la mejor poesía, gustan de transitar por plazas y mercados, estar en la boca de la gente, renuncian gustosos a su filiación pues tienen vocación de anónimos y ambicionan ser del pueblo que los hace suyos y los celebra. Ese deseo, esa voluntad de ser citados libremente, también justifica su título.

¿Te gustaría añadir algo antes de acabar esta entrevista?
Dos cosas:
La primera dejar patente lo pertinente de las preguntas hechas que acreditan una lectura activa e inteligente del libro y que me han obligado a reflexionar sobre el proceso creativo y las motivaciones e implicaciones, para mí no siempre evidentes, que subyacen en el texto.
La segunda agradecer tu voluntad de difundir la cultura y de dar visibilidad a los libros, algunos minoritarios, que no menores, que no cuentan con el apoyo, la difusión y la distribución de los grandes grupos editoriales, como es mi caso. Muchas gracias por ello, ánimo y que tu esfuerzo y constancia te aporten momentos de conocimiento, provecho y, por supuesto, también algún placer.

Gracias a ti, Jaume, por tu tiempo, tus palabras y tus fotos personales. Espero que tu libro llegue a muchos lectores, al igual que el resto de tus proyectos literarios.
Y a vosotros, amigos lectores, gracias por estar una vez más al otro lado de la pantalla del pc. Y ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva